sábado, 28 de enero de 2012

Clara encontró la felicidad.

Clara  tiene 25 años , desde siempre ha sido una chica muy inteligente, educada, muy religiosa y con muchas metas en la vida.
Terminó sus estudios en el instituto con una nota muy alta, y con gran ilusión marchó a Madrid a estudiar Bellas Artes. Su sueño, ser pintora ,ya que tenía una  gran imaginación , y pintaba de maravilla. A lo largo de su vida, demostró ser  muy independiente  con lo cual, cuando terminó la carrera, gracias a sus excelentes cualidades, la contrataron en una de las mejores escuelas de pintura en  Barcelona, y no se lo pensó dos veces.
Al cabo de un tiempo, todo empezó a cambiar ,Clara no se sentía totalmente feliz, las cosas que hacía, la gente, y todo lo que giraba  alrededor de ella la agobiaba. La gente llegaba todas las mañanas con muchos problemas y caras tristes al trabajo y no disfrutaban de él.
Cuando paseaba , comenzó a observar que no todo el mundo era feliz y apenas sonreían como ella lo hacía. Por la calle todo el mundo se aislaba , nadie interactuaba con nadie, ellos eran el centro de su universo, no intercambian ni miradas, ni diálogos, NADA. Clara empezó a pensar y a hacerse preguntas a las qué no encontraba respuesta…
A consecuencia de esto Clara entro en depresión , y sus padres decidieron traérsela a su  casa, a su pueblo natal.
Pasaron un par de años, y estaba del todo recuperada. Surgió de nuevo  una ilusión por que  vivir y así , a instancias de sus médicos, empezó a trabajar  como voluntaria, en una residencia religiosa, ya que le gustaba interactuar con las personas mayores.
A sorpresa de sus padres  , Clara decidió ayudar a esas personas  que han llegado a la vejez y a las que el paso del tiempo les ha regalado un montón de satisfacciones personales, pero  a las que ,a veces por circunstancias de la vida, tienen que terminar sus días postrados en una cama, con enfermedades que les limitan para poder moverse por si mismos o a las que les invade una soledad no buscada. Entrar en un convento en Córdoba, le daba la oportunidad de ayudar en lo que podía a estas personas. A ellas le regalaba su tiempo. Un tiempo que le llenaba por completo ya que a cambio recibía todo el cariño, sonrisas  de agradecimiento y largas conversaciones en un patio cordobés lleno de flores  en primavera, y suaves temperaturas a lo largo del año.
Actualmente Clara sonríe. Ha tomado  los hábitos y su familia está satisfecha y feliz . A veces sus padres creen que su hija puede estar sola lejos de ellos. Pero Clara dice que no está sola, dice que vive con la FELICIDAD.

1 comentario:

  1. Hola Lucía, me parece muy buena entrada la de esta semana, ya que en el relato expresas que la felicidad puede estar en cualquier lugar, incluso en un convento. De este modo quiero transmitir que la felicidad depende del tipo de persona y de su forma de ser, por tanto pienso que existen varios tipos de felicidad, tantos como personas diferentes.
    Un saludo.

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